jueves, 29 de marzo de 2012

Alba

De pronto, el castillo se derrite.
La sucesión de empujones inicia la función;
pieza por pieza, cae el dominó.
No hay forma de detener la avalancha de recuerdos.
Se desploma el protagonista del cuento que me contaba
a mí mismo.
Nunca intenté entender todo, no me perdí
en bibliotecas laberínticas.
No hubo tribunales ni normas, tampoco educación.
Qué mentira fue esa de crecer.
Nunca nací.
La granada explota esta vez en los discursos
de la mente.

Siempre estuviste aquí y no hay palabras
para describirte.

Gracias.

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